El tiempo es considerado como una variable de productividad o sea que ante más presiones la decisión es trabajar más horas y con menos interrupciones pero el tiempo es finito con lo cual al trabajar más se disminuye el retorno marginal de cada hora invertida. Nuestro cuerpo tiene energía que puede expandirse y renovarse o sea que si tenemos más energía podemos hacer más en menos tiempo.
Normalmente hacemos hincapié en la inteligencia de las personas pero no en su capacidad para usar esa inteligencia. La baja capacidad se manifiesta si estamos cansados, molestos o irritados, impacientes o frustrados o distraídos. Por lo tanto las habilidades no pueden ponerse en funcionamiento a pleno y no se consiguen los resultados esperados.
El manejo eficiente de la energía se basa en saber cómo generarla y renovarla en forma sistémica, dado que es el recurso más valioso que tenemos: energía mental, física, emocional y espiritual.
La calidad y cantidad de energía deben estar en un punto de equilibrio, para lo cual la clave es alternar períodos de trabajo y concentración con otros de descanso.
El secreto radica en regular el gasto de energía y esto resulta más difícil porque cuando trabajamos resulta harto difícil desconectarnos completamente y por lo tanto tampoco conseguimos recuperarnos totalmente.
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